jueves, 11 de octubre de 2012

El Petiso Orejudo

El Petiso Orejudo, 100 años del niño asesino.

UNA VIDA DESGRACIADA El caso del Petiso Orejudo trascendió la frontera del crimen. Se convirtió en una leyenda. Una huella que perdurará en el tiempo. También refleja una época. Por entonces, el asesino era demonizado hasta el extremo: a Santos Godino lo llamaron hiena, sátiro y bestia imbécil.

Los criminólogos basaban sus teorías en el positivismo y hasta propusieron operarle las orejas al criminal.

Petiso Orejudo no era un ser extraño de la sociedad: era producto de la sociedad. Pocos tuvieron en cuenta su vida desgraciada, los golpes que recibió de su padre, la falta de educación y el hambre que lo llevaron a cruzar los límites. En un contexto donde la policía y la justicia tampoco hacían mucho para prevenir o actuar a tiempo.Un librito ilustrado con una caricatura de una oreja y un ojo desorbitado de Godino, publicado en 1953 y escrito por J. E. Fentanes, acaso define en una frase la forma de pensar de esa época: "Que el cielo juzgue al horripilante monstruo, que tuvo la desdicha de nacer para desgracia de sus semejantes". Hijo de inmigrantes italianos, Cayetano se crió en medio de la pobreza y la violencia. Hasta el mismo Carlos Eduardo Robledo Puch, a quien entrevisté en Sierra Chica, reconoce que el Petiso Orejudo fue una víctima más. "Los golpes lo dejaron idiota. Es más, quiso ir a la cárcel para aprender de otros delincuentes", dice Robledo, quien entre 1971 y 1972 mató a once personas. Está preso desde entonces.* Periodista, autor de "El Ángel Negro", "Adorables criaturas" y "Pasiones que matan".

Por Rodolfo Palacios

 EL TRASTORNO ASOCIAL DE LA PERSONALIDAD Nos encontramos frente al caso de una persona que cometió diversos homicidios y delitos. Como resultado de las diferentes evaluaciones psiquiátricas que se realizaron a Godino y conforme a los diversos criterios diagnósticos que utilizaban los evaluadores, puede arribarse a una cierta controversia nosológica sobre cuál era en realidad la personalidad del "Petiso" y si el mismo presentaba alguna afección psiquiátrica que limitara o aboliera su capacidad para el reproche penal.Godino fue examinado, según las fotocopias del expediente, a las cuales he tenido acceso por los Dres. Negri y Lucero en primer término, luego por el Dr. Victor Mercante, más tarde por el Dr. Nelson y por último por los Dres. Cabred y Estevez.

En todas las pericias, los expertos consignan elementos indicadores de lo que hoy llamamos Trastorno Asocial de la Personalidad.Las orejas aladas de Santos Godino fueron motivo de estudio de criminologos. Foto: Archivo Debe recordarse que por aquella época no existía en la Psiquiatría un ordenamiento consensuado de la nosología y cada profesional diagnosticaba el caso según la escuela en que se había formado. Los criterios diagnósticos tales como hoy los conocemos vinieron muchos años mas tarde. De cualquier manera, las pericias son coincidentes en destacar los "rasgos o estigmas degenerativos" típicos del positivismo reinante en la época. Aún más, Godino era el paradigma vivo de lo que el positivismo consideraba como "hombre delincuente".

Hoy en día, con los conocimientos actuales en psicopatología, no cabe duda de que Godino debió ser considerado un caso de trastorno de personalidad de tipo asocial, injerto en un individuo carente de estimulación psicosocial.Es este aspecto el que a mi entender confundieron algunos de los examinadores cuando consideraron que el nombrado presentaba imbecilidad ( Dres. Lucero y Negri). Lejos de ello, el modus operandi de Godino evidenciaba un nivel de inteligencia práctica destacable. Lo que sí le faltaba era la impronta de la educación, pero no inteligencia.Tampoco debe olvidarse el contexto social como lo señala el Dr. Mercante en su dictamen, absolutamente marginal y poco favorecedor del desarrollo de los sentimientos sociales. En éste sentido podemos ser contestes con la Ley de Salud Mental (26.657), cuando reconoce a la misma, como un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales.

Por Daniel Silva

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